lunes, 18 de septiembre de 2023

Hacia el final de las cosas bellas

 Va apagándose la llama de esta vela que encendimos hace tiempo. Precisamente eso, el tiempo, ha ido carcomiendo el fuego de una de las cosas más bellas que yo haya podido ver. Y bella dos veces, porque lo construimos entre todos, y porque era puro.

Tiempo, me haces daño, pues con tu paso destruyes una de las luces más puras que existían en este mundo lúgubre y oscuro. Por ti pasaron lámparas, velas, bombillas y farolillos y todos siguieron el mismo destino; la oscuridad. Nunca nadie pudo vencer a la nada, pues allí nada perdura y todo se pierde. Aves, bestias, hombres y mujeres, sucumben a ella cómo los barcos antiguos cuando encallaban en acantilados atraídos por cantos de sirenas.

Precisamente ellas, las sirenas, cegaban a los hombres simulando la pureza de las luces más bellas de este mundo. ¡Oh, que ciegos estaban!¡Y sordos también! Pues pese a las advertencias de aquellos que conseguían escapar de aquellas voces, nada podía hacerse cuando los hombres se encandilaban en esas melodías de los altos mares. Ahogados terminaban, sintiendo cómo el aire se agotaba y cómo el frío invadía su cuerpo.

Siento frío, el mismo frío que se palpa en los vastos campos verdes de una pradera en el preludio del invierno. El mismo frío que se siente cuando el último tronco de leña en una chimenea se consume por el paso del tiempo.

Aquí viene de nuevo quién se oculta tras un traje y un sombrero de copa oscuros, desgastando todas las luces que osen interponerse en la oscuridad que él trae. 

Mucho aguantó esta llama encendida, con un fuego al que todos, forasteros y lugareños, podían acercarse a sentir calor cuando el frío del mundo llegaba a sus cuerpos. ¡Oh, a cuántos ayudó este fuego a resguardarse de los peligros del mundo! ¿Puede alguien alzar la voz y decir siendo honesto y sincero que nunca se sintió acogido a su alrededor cuando el desamparo lo seguía? 

Pocos se preocuparon en cuidar este resplandor, pues decidieron centrarse en cuidar sus pequeñas luces, olvidando que sólo las luces más grandes son capaces de resistir la oscuridad que va dejando tras su paso el tiempo. 

Nos dejamos el alma para construir el fuego más fuerte que el mundo ha podido ver, capaz de resistir los tiempos más lúgubres que recordamos. Pero ahora, sólo nos quedan las cenizas, pues el tiempo ha podido con esta llama, que fue pura, y fue bella, pero nunca fue perfecta. Por eso estamos aquí, en el final de las cosas bellas, con las manos llenas de cenizas recordando la calidez de este fuego que ahora se apaga, para acabar siendo una historia, que será un recuerdo, que será una leyenda, y que finalmente será... nada.


¿Ves la oscuridad hacia la que nos lleva el tiempo? El fuego que todos construimos nos protegía de ella, pero ya no puede hacerlo.

Llega el frío a mí, y no puedo seguir escribiendo, pues mis dedos han comenzado a congelarse... ¡Maldito tiempo! Estoy helado... 

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